18. Februar 2019 – Gastbeitrag

Instantánea de budismo y traducción

Por Tomás Cohen

Tras un viaje en bus desde el norte de Alemania —largo, pero no inusual para alguien de un país tan largo como Chile— llegué a Zürich y luego a Hinwil bien entrada la noche. Marco, el cuidador de la casa, me recibió amablemente, me mostró mi habitación, mi baño, la cocina y, sobre todo, la biblioteca. Era un tesoro de libros en muchos idiomas y géneros, con énfasis en autores suizos y teoría de la traducción: el tipo de biblioteca que abre el apetito intelectual. Durante mi estadía en la Casa de Traductores Looren, además de aprovechar su extensa colección de diccionarios, descubrí la obra de poetas que hasta entonces no había leído, o que al menos no había leído aún en buenas traducciones al castellano. Leí con mucho gusto a Philippe Jaccottet en traducción de Rafael-José Díaz, descubrí la ejemplar labor traductora de José Aníbal Camposy me alegré de encontrar las traducciones de Joyce hechas por Mario Domínguez Parra.

Soy un viajero obstinadamente poco práctico: mi equipaje puede resumirse como una delgada capa de ropa sobre un fondo de libros y más libros y cuadernos. A Looren traje incluso una estatuilla de una deidad budista, Mañyúshri, “buda del habla iluminada”: un San Jerónimo de 16 años, con una flor que germina de un mudra en su mano izquierda, forjado en bronce, del porte de una copa de vino. Un santo patrono para que velara sobre mi mesa de trabajo, ya que en Looren traduciría aforismos budistas del tibetano al castellano. Gracias a que la biblioteca de Looren incluía compilaciones de aforismos de distintas tradiciones, pude modular mejor el tono de mis traducciones y notar paralelos transculturales, como en el siguiente aforismo de Sakya Pandita (Tíbet, 1182-28) que se asemeja a nuestro dicho “nadie es profeta en su tierra”:

མཀས་པ་རང་གི་ཡུལ་བས་ཀྱང་།

ཡུལ་ཁམས་གཞན་ན་མཆོད་པ་ཐོབ།

ནོར་བུ་གཞན་དུ་བྲིན་པ་ཙམ།

རྒྱ་མཚོའི་གླིང་དུ་ག་ལབྲིན།


En países ajenos, el sabio recibe

más reverencia que en su terruño.

¿Tendría una joya más demanda  

en su isla nativa que en el continente?

Eran quizás los últimos días gélidos del invierno; la nieve era todavía densa y profunda, aunque me decían que se derretiría la siguiente semana. Para espaciar el trabajo, salía a caminar ya entrada la noche. A la luz de la luna casi llena se adivinaban en la nieve pisadas y rastros de cola: un gato, un zorro, un ciervo. Admirar la fosforescencia de la luna —ahora llena— sobre la gruesa nieve que cubría Wernetshausen me recordó este poema del novísimo poeta norteamericano Kaveh Akbar (“About bridges and the shadow of bridges”), que traduje entonces: 


Sobre puentes y las sombras de puentes

desmorónalos si debes pero si lo haces

retiraré mis bromas y herviré

todas tus gallinas que cloquean ahora

detrás de mi casa

de hecho pensándolo mejor 

las hornearé hasta que queden 

duras y negras como balas de cañón

y te las dispararé hasta que estés

muerto como Colón y olvidado como

su calceta arenosa llena de conchas

 

la armonía

es un tipo de gramática y eso que no

soy hablante nativo no le estás hablando

a nadie y menos a mí con mi

látigo sin golpe y mis delantales

hervidos

te di la mitad de mi 

duda me diste la mitad

de tu ovillo el juez falló que

el trueque era justo pero no te vio

pellizcar tus mejillas para seducir al 

alguacil

entonces era verano

ahora es invierno y uno duro tan frío

que el gran lago se congeló no sólo una capa

puro hielo y todos los peces desconcertados

congelados a medio trago



Tomás Cohen es un escritor, traductor y activista cultural chileno. Traduce del tibetano y del inglés al castellano, y ha trabajado como editor para Asymptoteuna revista internacional de traducción literaria. Su deseo de poder traducir literatura budista lo llevó a vivir por dos años en un monasterio budista en Katmandú, Nepal. Radicado en Hamburgo, desde 2015 viene organizando la Hafen-Lesung (“Lectura del puerto”), un ciclo de recitales multilingües de poesía y prosa.

Fotos: Vera Ley

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