3. Oktober 2018 – Gastbeitrag

Una política de traducción

«Desde Eterna Cadencia consideramos importante visibilizar el trabajo de los traductores», Leonora Djament, Directora editorial de Eterna Cadencia Editora.

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Desde que comenzamos Eterna Cadencia Editora hace ya diez años, decidimos tomar una serie de decisiones respecto de la traducción en general y del estatuto del traductor en particular. En Argentina, el traductor fue considerado durante mucho tiempo (y todavía se lo sigue considerando en algunos ámbitos) un simple técnico que debe pasar un texto de un idioma a otro lo más fiel y ajustadamente posible. Desde Eterna Cadencia creímos que había que visibilizar el trabajo del traductor con las consecuencias estéticas y políticas que esto conlleva. 

            Por un lado, visibilizar la autoría del traductor significa repensar la relación entre escritura y traducción: cuánta escritura, proceso creativo, hay en toda traducción; cuántas decisiones estéticas, políticas y culturales toma un traductor frente a cada palabra que traduce; qué entidad tiene el texto del que se parte y cómo volver a pensar la cuestión del “original” (cuántos textos fueron conocidos en realidad por la traducción a otro idioma, cuántas novelas periféricas se volvieron centrales gracias a las traducciones –en este sentido Ricardo Piglia siempre mencionaba cómo Las palmeras salvajesde William Faulkner, una novela menor según Piglia, se lee como central en el mundo hispano e influencia a un grupo de escritores como Gabriel García Márquez o Guillermo Cabrera Infante gracias a la gran traducción por parte de Borges). 

            Por otro lado, visibilizar al traductor significa jerarquizar una actividad que, como decía, no siempre se reconoce ni en términos simbólicos ni en términos económicos: desconociendo los derechos de autor sobre la traducción, no firmando contratos, escamoteando el nombre del traductor de los libros, etc. Además, vale la pena resaltar que muchas veces son los propios traductores los que acercan y proponen un texto a un editor, entendiendo su pertinencia respecto de un catálogo y una tradición.

            En el caso concreto de Eterna Cadencia Editora, esta visibilización significó por un lado incluir el nombre del traductor en la tapa del libro y también en la portada en el interior. Y al mismo tiempo, armar contratos donde se respetaran los derechos de propiedad sobre la traducción, tanto estableciendo regalías como estipulando un plazo para el contrato. Hace diez años, cuando comenzamos con esta modalidad, éramos muy pocas las editoriales argentinas que proponíamos este tipo de relación contractual con el traductor. Por suerte hoy somos muchas más y esta acción se entronca con la ley nacional de protección de los derechos de la traducción y los traductores, que están promoviendo gran parte de los traductores argentinos con el apoyo de muchos sectores de la cultura. 

Por principio, la editorial Eterna Cadencia coloca el nombre de los traductores en la tapa del libro.

Fotos: Leonora Djament

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